Maus


No hace mucho, cuando por fin conocí Berlín, me sorprendió mucho enterarme que el búnker donde se supone murió Adolf Hitler, se encuentra sepultado bajo un parking de tierra, sin ninguna señal que destacara aquel lugar. Este gesto del pueblo alemán es un símbolo inmenso cargado de significado.

Desde pequeño siempre me impresionó y sobrecogió lo ocurrido en los campos de concentración y exterminio del programa de aniquilzación nazi. Al principio sin entender muy bien qué era todo eso.

Es lógico que existan millones de relatos singulares, consecuencia de aquel sinsentido, podríamos hasta decir que estamos saturados de ellos, pero normalmente el árbol nunca nos deja ver el bosque.

Todo esto viene porque acabo de terminar de leer la famosa novela gráfica Maus y me ha hecho reflexionar muchísimo sobre nuestros valores. Y es cierto que antes de empezarla sentía una cierta prejuiciosa pereza, pero las recomendaciones eran tan buenas que no me pude resistir.

Para mí es una historia de contrastes, tanto generacionales, reflejados por la relación entre padre e hijo, como por el más evidente —o no—, representado por la metáfora del Judío que en realidad es un ratón. El aspecto indefenso, inofensivo, casi infantil y adorable, que narra unos hechos terribles sin ningún tipo de censura.

En los detalles está el diablo, y en los contrastes. Ambas cosas hacen destacar a esta historia en concreto sobre otras de la misma temática.

Maus
Art Spiegelman